10/24/2011

Un lugar, Mi lugar

Todos los días, al menos durante una hora, (o lo que dispongas) siéntate silenciosamente en algún lugar. Ve al río o al jardín, a algún lugar donde nadie te moleste y estes tranquilo/a. Relaja los músculos del cuerpo, no estes tenso/a, y con los ojos cerrados dile a la mente: “¡Adelante! Haz lo que quieras hacer. Yo seré testigo y te observaré”.
Te sorprenderás: al ver que durante unos momentos la no mente está trabajando para nada. Durante unos momentos a veces sólo un segundo, verás que la mente no está trabajando y en ese hueco tendrás una percepción de la realidad tal y como es, sin tu imaginación que siempre está funcionando. Sin embargo, sólo será un momento, un momento muy pequeño, y después la mente volverá a trabajar. Comenzarán a fluir pensamientos, flotarán imágenes, y la mente volvera a estar dispersa en lo cotidiano.

No te darás cuenta de inmediato. Sólo luego y después de que hayan pasado algunos minutos, verás que la mente está trabajando de nuevo y que habrás perdido el camino/atencion. Entonces llama otra vez su atención y dile: “Haz lo que quieras y yo sólo seré un testigo”, y otra vez se detendrá durante un segundo.

Esos segundos son tremendamente valiosos. Son los primeros momentos de realidad, las primeras vislumbres, las primeras ventanas. Son muy pequeños momentos, tan sólo pequeños huecos que vienen y van, pero en esos momentos tendrás una posibilidad de ver la realidad.

Lentamente, poco a poco, esos intervalos serán cada vez más grandes. Aparecerán sólo cuando estés realmente muy alerta. (intencion)

Cuando estás muy alerta la mente no funciona, pues la atención misma funciona como una luz en un cuarto oscuro. Cuando hay luz, no hay oscuridad. Cuando tú estás presente, la mente está ausente; tu presencia es la ausencia de la mente. Cuando no estás presente la mente empieza a funcionar. Tu ausencia es la presencia de la mente.


La mente/intencion se hace presente en este mismo presente.


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